lunes, 3 de junio de 2013

Así viví el mayor desplazamiento de la historia del Villarreal

10.000 gargantas se dejaron hasta su último aliento en Barcelona. Cada uno de estos 10.000 seguidores ha contribuido para que este sea el desplazamiento más masivo en la historia del club. El amarillo invadió la Ciudad Condal y la convirtió en Barcelona grogueta. Tuve la fortuna de estar ahí y vivirlo todo. La experiencia, muy grande.

Así la viví:

El domingo, a las 5:55, me sonó el despertador. Mucho sueño, pero me levanté de un tiro. La emoción de lo que iba a acontecer durante el día de ayer venció a la tentativa de apurar un rato más sumido en las sábanas. Ducha matutina y trayecto de media hora en coche de Alcora a Vila-real.

Allí ya se estaba fraguando algo grande. Los 173 autobuses estaban aparcados en sus lugares correspondientes, esperando a sus pasajeros para enfilarse a Barcelona. La imagen de los autocares en la calle habla por sí sola. La estampa, histórica.

Junto a varios/as compañeros/as de mi autocar, nos dirigimos al nuestro, el número 61. Somos de los primeros en partir. A las 8:15, más o menos, emprendemos rumbo a Barcelona. A medida que nos vamos acercando a nuestro destino, la afición entona los cánticos de su equipo. Se nota un ambiente festivo. La ilusión se palpa.

Cerca de las 12:00, llegamos a Barcelona. El autobús nos deja en la zona de las instalaciones del F.C. Barcelona. Allí ya se distingue el amarillo, color que va aumentado a medida que va llegado la marea proveniente de tierras castellonenses.
 
 
Después de comer, sobre las 16:30, las calles colindantes al Mini Estadi están infestadas de aficionados enfervorizados esperando la llegada del autobús del equipo. Este da un rodeo inesperado y, cuando aparece ante la afición, estalló al unísono un grito de júbilo. Algunos jugadores, al ver dicha estampa, afirmaron que se les saltaban las lágrimas. Se contagiaron de la ilusión de una afición entregada en cuerpo y alma a ellos.
 
Posteriormente, me voy a recoger mi acreditación de prensa en las oficinas del F.C. Barcelona. Una vez la consigo y ocupo mi lugar, la estampa que veo mientras ambos equipos calientan es impresionante. Las gradas teñidas de amarillo. El Mini Estadi convertido en una especie de Madrigal. Como jugar en casa. El departamento de prensa del Barça nos pasa la asistencia. 13.826 espectadores. De estos, 10.000 del Villarreal.


La afición, más entregada que nunca, no cesó de animar y convirtió el partido en una fiesta. Al Villarreal le costó entrar pero, con el apoyo incondicional de la grada, sacó este trascendental duelo adelante. El 0-3 le permite mantenerse segundo, empatado a puntos (74) con el tercero, el Almería. Precisamente, en la última jornada ambos se enfrentan en una final con sabor a Primera. Al Submarino le vale con el empate para subir. Al Almería, solo el triunfo. El que salga mal parado, a jugársela en el play off.

Al final, el equipo fue despedido con vítores. Los jugadores respondieron dando las gracias. Fernando Roig y Marcelino se dieron una vuelta por el césped y recibieron una sonora ovación por parte de una afición encantada con su presidente y entrenador.

El trayecto de vuelta en el autobús no se hizo largo. El cansancio hacía mella, pero tocaba redactar la crónica en el I-Pad. La afición, mientras tanto, seguía de fiesta, cantando, ya con el último y trascendental duelo de la temporada en mente. Al llegar a casa, el sueño enseguida llegó después de un día frenético y, sobre todo, muy bonito.

El Villarreal - Almería promete otra exhibición de la afición. Las colas para recoger las entradas ya se han manifestado. Posiblemente, El Madrigal registrará el lleno o poco faltará. El ‘tornarem’, a un partido de hacerse real y la afición seguro que sigue haciendo de las suyas. Como el ‘submarino amarillo’ logre su objetivo se va a liar parda… Aunque, como ya se sabe, no hay que vender la piel del oso antes de cazarlo.

Personalmente, he de confesar que me siento sorprendido. Veo a la hinchada muy apasionada, incluso más que cuando se consiguió el subcampeonato de Liga o las semifinales de Champions. Esta afición ha sufrido mucho con el descenso y, luego, con la dificultad para llegar hasta donde el equipo está ahora. Forma parte de la tripulación del ‘submarino amarillo’ y ambos han cruzado las aguas amargas para llegar a las dulces. Lo vivido en Barcelona fue algo mágico y digno de vivir.
 
 

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